El Sabio Indio.
Cuentan que un pequeño indio tras haberse incomodado con un amigo que le había robado alguna de sus pertenencias fue a su abuelo que gozaba de buena reputación como sabio y le dijo que sentía tanta rabia por su amigo que tuvo ganas de pegarle, pero a la vez internamente se preguntaba si debía perdonarlo. El muchacho le pidió al anciano que le explicara por qué experimentamos el conflicto interno entre esa parte de nosotros que desea perdonar y la otra que quiere vengarse. Tras unos segundos de meditación, el abuelo respondió:
_ Dentro de nuestra mente tenemos dos lobos. Uno de ellos es compasivo, perdonador y amoroso, mientras que el otro es el que no perdona, es agresivo, amargado, violento y vengativo.
Inquisitivamente, el jóven quiso saber cuál de los dos lobos es el que debería ganar. El sabio mirándolo fijamente le contestó:
_ Depende de cuál de los dos alimentes.
El Juicio de Salomón
Esta historia se narra en 1 Reyes 3:16-28. Dos mujeres que habían tenido un hijo vinieron al rey Salomón para que decidiera en un juicio. Una de las mujeres afirmaba que la otra, mientras dormía había asfixiado accidentalmente a su propio hijo. Como las dos vivían solas en la misma casa, una de ellas era acusada de haber intercambiado los dos niños para que pareciera que el niño vivo era de ella. Esta negaba haber realizado semejante cambio. Ambas discutían y reclamaban ser la madre del hijo vivo alegando que el que había muerto pertenecía a la otra.
Después de algunas deliberaciones, Salomón pidió que le fuese traída una espada ante él. El rey hizo la declaración de que sólo había una solución justa: el hijo vivo debía ser dividido en dos para que cada mujer recibiera una mitad del niño. Al escuchar ese terrible veredicto, la verdadera madre del niño exclamó: “¡Oh Señor, entréguele el bebé a ella, no lo mate!” La otra mujer amargada y envidiosa exclamó: “Ni para mí ni para ti, que lo divida!”
Entonces el rey pudo hacer su veredicto declarando que se le entregase el niño a la verdadera madre que pidió que se le conservara la vida al niño y le dio el bebé. El juicio del rey Salomón llegó a ser conocido en todo de Israel y fué y ha sido considerado un ejemplo de profunda sabiduría.
El sabio juez
Un sabio rey quería escoger el mejor juez para su reino. Necesitaba que el escogido fuese el que más sabiduría tuviese para ejercer su puesto eficientemente, por lo que decidió poner a prueba a todos los nominados. Después de varias pruebas, quedaron tres finalistas. La última prueba consistía en describir lo que observaban. Para ello fueron conducidos al patio real. El primero describió con palabras que observaba un patio con árboles y una fuente en el medio del patio. El primero fue eliminado.
El segundo declaró que había una fuente en el medio del patio rodeada con arboles frutales y plantas con flores. La fuente estaba echando agua y en el medio de la fuente había una naranja. El segundo también fue eliminado.
El tercero se tomó unos minutos para observar detenidamente. Luego dijo que en el patio habían muchas plantas de flores y árboles con frutas. También había una fuente que echaba abundante agua limpia. El hombre siguió observando y se dirigió a la fuente. Se inclinó hacia ella y agarró la fruta que allí había diciendo que además en la fuente había tirada lo que aparentaba ser una naranja, pero que en realidad era la mitad de una naranja. Este fue el hombre que el rey necesitaba para juez. Aquel que no solo usó su poder de observación, sino que además se dirigió al lugar del hecho y palpó lo que estaba observando comprobando así que las apariencias engañan; resultó ser el más sabio.
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