¿Por qué a la gente buena le pasan cosas malas?
La primera pregunta que le viene a la mente a la gran mayoría de las personas es ¿por qué si Dios es bueno o existe, permite que la gente buena sufra?
Ante todo vamos a ir por partes, y aquí va la primera pregunta:
¿Qué queremos decir con “gente buena”?
Se pudiera decir que gente buena es toda aquella persona que no le hace daño a nadie, que es moral, servicial, que se lleva bien con todo el mundo o más bien con la mayoría de las personas, etc.
Muy bien, esa sería una buena definición. ¡Caramba! ¡Yo diría que soy una gente muy buena!
Sin embargo, ¿podemos decir como gente tan buena, que somos perfectos? No, claro, por eso… hay veces que pensamos o nos comportamos como gente no tan buena. Por ejemplo cuando mantenemos estas actitudes:
- Enojo contra alguien.
- Resentimientos.
- Celos.
- Estar en contiendas.
- Actuar con intolerancia.
- Malhumorarse.
- Envidiar que otro tenga lo que no he alcanzado yo.
- Despreciar.
- Engañar /Ocultar verdades.
- Tener prejuicios.
- Deprimirse.
- Aplazar o demorar lo que se puede hacer hoy.
- Indiferencia, apatía.
- Preocupación extrema.
- Quejarse de las circunstancias.
- Asumir y en base a eso actuar.
- Tener pensamientos de temor por el futuro.
- Sentirse inferior o superior con respecto a ciertas personas o grupos.
- Hacer comentarios de crítica sobre los que no están presentes.
- Creernos que siempre tenemos la razón y que los demás están equivocados.
- Juzgar el comportamiento de los que no actúan de acuerdo a nuestros patrones de conducta.
- Hacer sentir culpable a otros por nuestra desventura.
- Chantajear emocional o espiritualmente.
- Abochornar a alguien o causarle dolor.
- Actuar con hipocresía
¿Qué nos parece? ¿Seguimos siendo tan buena gente como antes? Bueno, pero aun así, no hemos ni robado, ni matado a nadie. Robar o matar físicamente no, pero… ¿es que nunca le hemos robado la tranquilidad a alguien? ¿No hemos hecho sentir culpable a alguno de nuestra desventura? Esta es una manera de robarle la paz a nuestros semejantes.
Hay veces que también matamos los sueños, o los deseos de lograr objetivos, cuando nos enfocamos en lo negativo, en lo que nos falta o no podemos alcanzar, en lugar de prestar atención a lo que tenemos a nuestra disposición. En tal caso, al catalogarnos a nosotros mismos o a los demás como feo(a), viejo, tonto, gordo, flaco, inútil, perezoso, muy alto, muy bajito, pobre, etc.; estamos asegurando que arrastramos con una cualidad o tenemos una tendencia que nos limita. De esta forma cortamos con la energía divina que es la fuente que nos suple.
Además muchas veces maltratamos físicamente a nuestros cuerpos:
- Privándole del descanso que necesita
- Comiendo en exceso
- Intoxicando al cuerpo: fumar, drogarse, emborracharse, etc.
- Promiscuidad
Todos somos buena gente, lo que sucede es que alguna veces actuamos adecuadamente y otras indebidamente, rompiendo así la disposición natural de la existencia humana.
El peor enemigo que tenemos está en nuestra consciencia, que nos mantiene el récord a un nivel tan profundo, que no estamos al tanto de todo lo que hacemos, especialmente lo malo. Y es ahí donde radica el problema. Todos sabemos lo que perjudica y lo que no.
En un momento determinado esa consciencia nos pasa la cuenta y atraemos hacia nosotros situaciones, que inconscientemente nosotros mismos fuimos creando ya sea por acciones que hicimos con anterioridad o pensamientos que tuvimos que causan daño.
En definitiva, usted dirá: ¿qué papel juega Dios en todo esto? Para contestar, sería preciso responder con otra pregunta:
¿Qué es Dios? Y repito, ¿por qué si existe, permite que a la gente buena le pasen cosas malas?
¿Se han fijado como un niño se forma? Primero, se concibe mediante la unión de un ovulo y un espermatozoide. Luego se transforma en un huevo, este en un embrión, después en un feto y finalmente en un niño. ¡Qué organización! ¡Qué secuencia tan increíble! ¿Verdad? Eso es Dios, organización.
La naturaleza muestra paisajes impresionantes, vegetación tremendamente variada; una infinidad de arboles, muchos con frutos y flores multicolores, que dan testimonio de que solo un poder superior es capaz de crear algo tan bello. Dios es belleza.
Las águilas después que han cuidado con esmero, y con valentía protegido a su cría de los depredadores, ellas mismas le destruyen el nido a su aguilucho para que tenga que luchar por la vida y hacerse fuerte. ¿No hay sabiduría en las águilas? Dios es sabiduría.
¿Han visto a una pata anidando sus huevos con paciencia, y cuando nacen los patitos en hilera van al agua y siguen a su madre tratando de no separarse y esconderse debajo de las alas de ella al anochecer? ¡Qué tierno!, ¿verdad? Igual es de tierno cuando tomamos a un bebé en nuestros brazos y se queda dormido plácidamente. Dios es ternura, es paciencia, es alegría, es amor.
¿No saltan las lágrimas de la emoción cuando hemos visto la ayuda solidaria entre los seres humanos, en actos de bondad ante el dolor ajeno en los desastres naturales que han sufrido muchos pueblos? Dios está ahí porque es benevolencia, es misericordia.
Hay muchísimas especies de animales que existen para balancear el medio ambiente. Para toda la creación hubiera alimento y agua. Aunque en algunos países falte y haya miseria, eso no se debe a un defecto en la naturaleza, se debe al resultado de la acción del hombre sobre ella, que con su actitud egoísta o por desconocimiento, destruye el equilibrio ecológico, causando pérdidas de terrenos fértiles y de vegetación que llega a ser insuficiente para alimentar a esas poblaciones. En estos lugares de pobreza no pueden darse cuenta de que en el planeta haya para todos y no pueden percibir esa manifestación de Dios, que es abundancia.
Respiramos, ¿no? Dios es respiración, es vida.
Estos atributos de Dios están en nosotros pero en menor escala. Nuestro objetivo aquí en la tierra pudiera ser el aprender a ser mejores cada día. ¿No nos alegra cuando un hijo mejora un comportamiento equivocado? De la misma manera que nos causa regocijo el cambio en un ser querido, así es la energía que generamos cuando hay una transformación positiva en nosotros. Pudiéramos decir que tendrían un nuevo sentido las palabras de Jesús de “…habrá más alegría en los cielos por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos…”Lucas 15:7
Por otra parte, de la misma manera que la reina de las aves destroza su nido, se hace necesario que sean destruidas ciertas áreas en nuestras vidas que impiden que volemos alto, como deben de aprender a empinarse los jóvenes aguiluchos para poder sobrevivir y llegar a convertirse en una verdadera águila. Por ley natural, atraemos experiencias que pueden llegar a ser muy dolorosas que no nos dejan muchas opciones; y una es que aprendamos a ser más dadivosos, más compasivos, más comprensivos, más pacientes, más amorosos, más tiernos, más sabios, más organizados, más bellos, con nuevas ideas para atraer más abundancia y vivamos una vida plena y con gozo.
Igual que una espada se pone al fuego para que el metal al rojo vivo se golpee hasta afinarse y lograr que se afile, así mismo somos expuestos a la ardiente llama para forjarnos. Por estos motivos, le suceden cosas malas a la gente “buena” y por eso sufrimos. Si entendiéramos este principio, trataríamos por todos los medios de adquirir y mantener las virtudes anteriormente mencionadas, para que las experiencias que lleguen a nuestras vidas sean cada vez mejores; las circunstancias desagradables vayan en descenso y pueda ser eliminado el sufrimiento en tanta gente buena.
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