Una Historia Real.
Immaculée Ilibagiza, una joven Africana de Rwanda que en los años 90 vivía en una hermosa aldea con sus padres y hermanos no podía imaginar que el rechazo y la discriminación que experimentaba en el salón de clases por parte de los maestros, la directiva y muchos de los estudiantes, era el comienzo de una encarnecida persecusión que culminaría en una masacre. El odio y el desprecio hacia los miembros de su comunidad sentaron las bases de una guerra civil a machetazos por parte de extremistas del grupo étnico antagónico que exterminaría 800,000 rwandeses Tutsis. Immaculée Ilibagiza sobrevivió la matanza para relatar después su historia en su libro “Sobrevivir para contarlo.”
Este ejemplar está escrito en lenguaje sencillo y de forma amena, comenzando con la descripción de su vida en familia dentro de su cultura mostrándonos también la antesala que daría paso a los eventos sanguinarios que sucederían después. Es admirable como logró sobrevivir escondida durante 91 dias en un pequeño baño con siete mujeres más, todas en silencio, casi sin moverse, recibiendo en ocasiones provisión de algunas sobras de alimentos.
Nos consterna como desde su escondite escuchaba de cerca las voces de sus perseguidores y el terror de ser capturada, sin saber de su familia y temiendo lo peor. Lo más impresionante no fue solo su rescate, sino su gran fe y su perseverancia en la oración que la guiaron a soportar tan terrible experiencia. Es admirable su elevado nivel espiritual al enfrentarse cara a cara con los genocidas capturados que habían asesinado a su familia. En esas circunstancias fue capaz de sentir compassión por ellos y perdonarlos.
En sus vivencias descubrimos las consecuencias que trae el culto y proliferación mutuos del odio colectivo. Por otra parte la fe hace de la oración un refugio y obra milagros. En el amor y su creencia en Jesús, Immaculée encontró la confianza y la fortaleza que necesitaba para resistir y escapar.
Es un libro inspiracional, que toca lo más profundo de nuestro ser. Es inevitable no sentir parte su temor y a la vez su esperanza. Se nos escapan las làgrimas en una mezcla de compasión y tristeza ante la grandeza de perdonar a quienes merecerían ser ajusticiados, aún con el dolor en el corazón, pero sin rabia. En el holocausto encontró a Dios.
Speak Your Mind